La emergencia sanitaria que ha provocado el coronavirus ha generado un obligado parón de actividad en todos los sectores económicos. En algunos el parón es total, en otros como el inmobiliario se sigue funcionando pero la actividad se ha visto severamente afectada. Aunque son tiempos difíciles para hacer predicciones, la gran pregunta es inevitable. Es la intención de este artículo poder arrojar luz sobre ello.
Las preguntas más habituales en las conversaciones (telefónicas, por supuesto) entre profesionales del sector son: ¿Cuándo se podrá volver a la actividad? ¿Se puede confiar en un regreso general o será escalonado? Y, sobre todo: ¿Quién va a comprar una vivienda después de esto? Estas preguntas, en particular la última, ya adelantan un escenario, que, tal vez, no sea tan negativo como algunos imaginan. Veamos el siguiente gráfico:
Este gráfico de Bloomberg corresponde a la evolución de la producción industrial de China (actividad manufacturera, pedidos de exportación y empleo). Es especialmente interesante porque, más allá de la fiabilidad de unos datos que todavía son preliminares y que hay que tomar con cautela, dibuja la “V” perfecta que todos deseamos que se reproduzca en la economía española cuando la amenaza sanitaria remita. De acuerdo con estos datos, en China se ha producido un intenso parón y un rápido retorno de la actividad, aunque no sea aun a los niveles anteriores.
China está lejos, pero más lejos aún está el siguiente ejemplo: 1918, el año de la mal llamada gripe española. Tres investigadores (de la Reserva Federal de EEUU, de la Reserva Federal de Nueva York y del Massachusetts Institute of Technology) han analizado, según publica El País, los efectos económicos de la epidemia de gripe de hace un siglo sobre las ciudades estadounidenses y su conclusión apunta en el mismo sentido: aquellos lugares donde se actuó más pronto y con más contundencia (en términos de distanciamiento social) contra la epidemia “crecieron más rápido cuando la pandemia pasó”.
Un último ejemplo: el del SARS de 2003 y su efecto sobre el PIB de Hong Kong, uno de los lugares más afectados. El siguiente gráfico, publicado por Zillow en un exhaustivo análisis sobre el efecto de las epidemias sobre la economía en general y el mercado inmobiliario en particular, refleja perfectamente el impacto de la epidemia, ese bache entre febrero y junio del año 2003, y la posterior recuperación hasta volver, en el mes de octubre, a su trayectoria anterior. Y de nuevo nos encontramos con el dibujo de una V.
Lo que tienen muchos de estos patrones en común (a diferencia de la crisis financiera española de 2008) es que sus sistemas financieros se esforzaron en rápidamente mantener la liquidez del mismo. De esta forma se compensaron los efectos económicos negativos temporales facilitando la recuperación a corto plazo.
La situación de España
España no es China, ni el Hong Kong de 2003 ni, en absoluto, los Estados Unidos de hace un siglo. Ninguno de estos antecedentes permite predecir el futuro. Porque la actual pandemia del Covid-19 no tiene equivalencia posible con ninguna de las anteriores: la globalización ha traído sociedades mucho más conectadas (de ahí la rápida expansión del virus por todo el mundo) y economías mucho más interdependientes.
Pero esto también significa que China, país exportador por definición, necesita de la demanda de otros países hoy afectados por la enfermedad para que su economía vuelva a crecer. Y España, con un gran peso del sector turístico, necesita que haya vuelos, que la gente puede juntarse en las playas y en los restaurantes y que los visitantes extranjeros puedan y quieran pasar aquí sus vacaciones. Cualquier país tiene sus particularidades y la recuperación de su economía también dependerá, en mayor o menor medida, de cómo le vayan las cosas al resto de países con los que habitualmente opera.
En el caso de España, tenemos esencialmente tres aspectos económicos a contemplar: los planes financieros del Gobierno, el paquete de ayudas Europeo y la evolución de los países con los que habitualmente operamos. De los dos primeros ya tenemos la certeza de que dichos planes están en marcha y del tercer aspecto también estamos viendo las tendencias en esta línea de nuestros vecinos occidentales. Todo esto son ya realidades de hoy que nos llevan a plantear en España una recuperación en “V”, como estamos viendo en otros casos.
Un impacto intenso pero una recuperación rápida nos devolverían a un escenario en el que los precios de la vivienda, sobre todo en las grandes ciudades, seguirían estabilizándose; en el que los desequilibrios entre oferta y demanda seguirían acentuándose y en cuyo mercado de alquiler siguiesen mostrándose tensiones con las administraciones públicas planteándose medidas correctoras. Es decir, donde estábamos hace escasos dos meses.
Un crecimiento en “V” devolvería las gráficas a la tendencia anterior a la pandemia, volviendo a ese escenario repleto de problemas cotidianos, de esos que, ahora que no los tenemos, tanto echamos de menos.