Mezclar trabajo y amistad puede ser complicado. Lo mismo sucede a la hora de hacer negocios con un familiar: la relación personal interfiere inevitablemente en la profesional y las consecuencias pueden ser desastrosas. Si todo va bien no tiene por qué haber ningún problema, pero, lamentablemente, no siempre es así. ¿Qué sucede si ese cliente tan cercano no se deja asesorar? ¿Y si se niega a aceptar el precio sugerido o a seguir las indicaciones profesionales a la hora de mostrar su vivienda? ¿Vale la pena poner en riesgo una amistad por tener en cartera un inmueble más?
Consecuencias de por vida
Para algunos expertos en el sector, la posibilidad de tener en cartera la vivienda de un amigo o familiar es un no rotundo, y no solo por lo que pueda pasar durante la compraventa de un inmueble, sino incluso a posteriori. Si aparecen defectos de calidad en la vivienda o el vecindario no resulta ser como esperaban, no son pocos quienes buscan culpar al profesional inmobiliario, que como experto en el tema no les supo asesorar. El resentimiento se puede arrastrar durante años, y se agrava aún más cuando existía una relación previa, que puede acabar seriamente dañada.
Gratis no trabajo
Existe aún una situación más complicada: la de quienes esperan que se les ofrezca ayuda profesional a cambio de nada. Ocurre en todas las profesiones, desde fotógrafos a abogados, por poner dos casos frecuentes. El sector inmobiliario no se libra de ello. Quizá en el caso de alguien realmente cercano se esté dispuesto a ello, pero por norma general es evidente que no se debe aceptar trabajar gratis. La dedicación, esfuerzo, experiencia y conocimiento deben ser remunerados como corresponde.
Cómo decir que no
La recomendación en estos casos es ser lo más honesto posible: explicar abiertamente que la cercanía que supone la amistad o los lazos familiares dificulta tu trabajo como agente inmobiliario y que lo mejor es que se encargue algún otro profesional de confianza.
La negativa se puede complementar con una serie de consejos para que puedan potenciar los puntos fuertes de su inmueble a la hora de ponerlo a la venta, y con el contacto de otros agentes de la zona especializados en el tipo de propiedad del que se trate.
Cuando son ellos los que no cuentan contigo
Del mismo modo que puede resultar incómodo que un amigo o familiar solicite los servicios de un agente inmobiliario cercano, también hay a quien le resulta chocante que no lo hagan. ¿Por qué buscan asesoramiento en otro sitio si pueden contar conmigo?
Las razones apuntadas hasta ahora también se aplican en este caso: mezclar amistad y negocios es un no clarísimo para mucha gente. Pero, además, en el caso del sector inmobiliario, existen también otros factores. Por ejemplo, pueden querer mantenerse firmes en un precio o en sus condiciones, y sienten que les va a costar más si hay una amistad por en medio. Puede que no quieran compartir información sobre su situación económica o los detalles de la financiación, o que les resulte incómodo tener que negociar una comisión con alguien conocido. También pueden preferir trabajar con una agencia de su barrio o que se dedique solamente a propiedades como la suya.
Sean cuales sean sus motivos, que prefieran trabajar con otro profesional no debe afectar esa amistad.