El mercado inmobiliario atraviesa una fase de cambios. Al impacto inicial de la pandemia del coronavirus se le añaden ahora las consecuencias de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, entre las que destaca la inflación. Pese a esto, las previsiones son positivas y desde el colectivo API aseguran que se mantendrá la estabilidad y su valor como inversión refugio, aunque con fuertes cambios debido a nuevas tendencias en los diferentes subsectores que conforman el real estate.

El estado actual del mercado inmobiliario y la economía internacional, así como las nuevas tendencias a nivel empresarial fueron los temas centrales que Vicenç Hernández Reche, presidente de la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios (ANAI) y de la Asociación de Agentes Inmobiliarios de Catalunya (AIC), ha abordado esta semana en su ponencia en el VI Congreso Internacional de Profesionales Inmobiliarios (COIPRI), celebrado en la ciudad de Lima (Perú).

En este sentido, el experto señala que “se ha producido un freno generalizado en el sentimiento inversor dentro del mercado inmobiliario global”, y que la brecha entre oferta y demanda en el mercado de transacciones se está abriendo, provocando así una moderación en la intensidad de las ofertas publicadas.

“Pese a todos los vientos en contra que han aparecido estos últimos meses, el inmobiliario muestra signos de estabilidad al contar con unos mercados alternativos que no ofrecen mejores rentabilidades comparativas. A su vez, sigue habiendo una propensión natural a establecer el activo inmobiliario como activo refugio”, explica Hernández Reche.

Una crisis económica global y asimétrica

En lo que respecta al ámbito económico, el presidente de la AIC y la ANAI alerta sobre la existencia de una crisis asimétrica, en la que las restricciones de oferta y demanda contribuyen a una alta y generalizada inflación, que no hace más que favorecer a las respuestas agresivas de los bancos centrales.

“Los economistas no somos capaces de predecir el futuro, pues el mundo económico presenta una gran complejidad y el futuro es cada vez menos lineal, con la existencia de impredecibles ‘cines negros’ y reacciones constantes y preventivas de las personas a las propias predicciones que se elaboran”, comenta.

Sin embargo, describe la situación actual como un entorno VUCA estructural a la que ya debemos añadir más componentes y que, tras el paso de la pandemia, la gestión estratégica de las empresas cambiará hacia un modelo en el que tengan más peso las personas, la sostenibilidad, la mirada constante hacia los cambios sociales y el establecimiento de mapas de riesgo. Pero poniendo el foco en centralizar nuestra actividad alrededor del cliente, algo que todo el mundo dice que hay y que no es cierto.