Los altos precios que se registran desde hace unas semanas en los mercados eléctricos europeos se mantendrán al menos hasta junio de 2022, según la previsiones de la compañía de gestión de activos Schroders, que achaca la mayor parte del encarecimiento a la escasez de gas natural.
En su análisis de la coyuntura actual destaca que el gas natural se considera un combustible “de transición” para la generación de energía, dado que produce la misma cantidad que el carbón pero con la mitad de emisiones de CO2.
Sin embargo, advierte de que “no es en absoluto una solución a largo plazo” para lograr los objetivos de emisiones netas cero, aunque matiza que sí que es un “parche útil mientras se abandona el carbón”.
Esa situación supone un “futuro dudoso a largo plazo” que explica por qué las inversiones en gas natural han sido “insuficientes” y también por qué muchas empresas integradas de petróleo y gas se han “mostrado reacias” a financiar nuevos proyectos, ya que su objetivo final es la transición hacia las energías renovables.
“Los proyectos que habrían servido para abastecer en 2019, 2020 y 2021 ahora sólo podrán abastecer los mercados mundiales de gas en 2025 y más adelante”, subraya Schroders.
Asimismo, subraya que el gas almacenado es “escaso en todo el mundo” y pone como ejemplo de ello el yacimiento de Groningen (Países Bajos), que fue el “mayor productor de gas de Europa” y ha reducido “drásticamente” su producción en la última década debido al riesgo de terremotos que conllevan las perforaciones.
Europa depende de Rusia para el suministro de gas, pero sus niveles de almacenamiento se han reducido y “aún se están recuperando tras el incendio de la planta de Novy Urengoy en agosto”, añade.
También apunta que Rusia sigue esperando que Europa apruebe el gasoducto Nordstream 2, que llevará gas desde Rusia hasta Alemania y el cual ya ha sido declarado operativo este lunes tras el llenado del primero de sus ramales. “Creemos que es poco probable que los volúmenes de gas de Nordstream 2 lleguen al mercado europeo antes de finales de este año”, sostienen las previsiones de Schroders.
El encarecimiento del gas, positivo para las energéticas
A corto plazo, el aumento del precio del gas es “claramente positivo para las empresas energéticas con exposición al gas” debido a que se beneficiarán de un aumento de los flujos de caja en los próximos trimestres, explica Schroders.
A pesar de ello, destaca que no existen garantías de que los clientes vayan a pagar precios cada vez más altos y advierte de que “si la oferta no puede mantener el ritmo, la demanda puede caer”, lo cual ejemplifica con el caso del Reino Unido, donde el encarecimiento ha provocado el cierre de la producción de algunas empresas de fertilizantes y ha repercutido en la industria alimentaria.
El aumento del precio del gas también ha provocado una subida de los precios de los acuerdos de compra de energía (PPAs, por sus siglas en inglés) tanto en Estados Unidos como en Europa, algo “positivo para los promotores de nuevos proyectos energéticos”, que pueden compensar el aumento de los costes de los equipos.
Repercutirá en la economía
Por otro lado, la subida de la electricidad ya está provocando inflación y alteraciones en la cadena de suministro, por lo que serán las empresas y los consumidores los que acabarán soportando el peso del encarecimiento y “probablemente repercutirá en la economía en general”.
De hecho, el Índice de Precios de Consumo (IPC) en España subió un 0,8% en septiembre en relación al mes anterior y disparó su tasa interanual hasta el 4%, siete décimas por encima de la de agosto y la más alta en 13 años, debido el encarecimiento de la electricidad, según los datos avanzados publicados el pasado miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Otro de los impactos de los que avisa Schroders derivados del aumento de los precios de la electricidad es que los inversores tendrán que “actuar con cautela” tanto en los sectores relacionados con la energía como en el mercado de valores en general.