Vivir en un pueblo y alejarse de la ciudad es una idea que cada vez atrae a más españoles. De hecho, los pueblos de menos de 10.000 habitantes despiertan el interés del 61% de los ciudadanos y un 11% asegura que tiene intención de irse a vivir a un pueblo los próximos meses gracias al teletrabajo o a un cambio cercano de trabajo. El perfil de estas personas que están dispuestas a irse a vivir a una zona rural está compuesto por españoles que tienen entre 35 y 44 años y viven con su pareja y sus hijos, según el “Análisis sobre la España Vaciada” realizado por el portal inmobiliario Fotocasa.

Y es que entender el fenómeno de la vuelta a las zonas rurales también pasa por conocer cómo son las personas que deciden moverse a un pueblo y compararlas con aquellas que rehúsan esta idea. Así, la primera diferencia entre los que se van a trasladar y los que no lo harían nunca reside en que, en el primer grupo, seis de cada diez son hombres. Sin embargo, en el segundo grupo, el de los que no se irían nunca a vivir a una zona rural, seis de cada diez son mujeres.

Con respecto a su edad, en ambos casos la media ronda los 40 años, aunque sí existen diferencias cuando esta variable se analiza por tramos: los que tienen planes efectivos para cambiar su residencia a un pueblo tienen, en el 31% de los casos, entre 35 y 44 años. Sin embargo, solo un 22% de los que no se trasladaría en ningún caso se encuentra en este tramo de edad. De hecho, en este target predominan los jóvenes que tienen entre 25 y 34 años: un 37% de ellos no se iría nunca a vivir a un pueblo.

Los hombres están más dispuestos a irse a vivir a un pueblo que las mujeres: el 60% de los hombres se iría a una zona rural frente al 40% de las mujeres

Con respecto a su lugar de residencia, Andalucía es la comunidad autónoma en la que más adeptos tiene el cambio de vida al entorno rural (17%) y, también, el territorio en el que más detractores tiene este plan (22%).

Si en lugar de hablar de comunidades autónomas, hablamos del tamaño que tienen las ciudades en las que habitan, lo que se observa es que el rechazo a irse a una zona rural a vivir proviene, fundamentalmente, de las personas que viven en capitales de provincia (43%). Por su parte, los que tienen planes reales para trasladarse a un pueblo son, principalmente, los que viven en ciudades que no son capital de provincia y en las que hay menos de 50.000 habitantes (53%).  Es decir, quienes ya están con pie y medio en el entorno rural.

Los hombres están más dispuestos a irse a vivir a un pueblo que las mujeres: el 60% de los hombres se iría a una zona rural frente al 40% de las mujeres

Otro de los aspectos que marca la diferencia entre un grupo y otro es el estado civil ya que, pese a que en ambos grupos una de cada dos personas esté casada, con pareja de hecho o conviviendo en pareja, entre los que tienen planes efectivos de trasladarse a una zona rural destacan de manera estadísticamente significativa los separados o divorciados: son el 12% mientras que entre los que no se irían nunca a vivir a un pueblo hay un 6% en esta situación.

Sin embargo, entre los que rechazan la idea de trasladarse a una zona rural hay más personas solteras: son el 42%, una cifra diez puntos porcentuales mayor que en el caso de los que sí que van a cambiar su residencia a una zona rural (32%).

Los hombres están más dispuestos a irse a vivir a un pueblo que las mujeres: el 60% de los hombres se iría a una zona rural frente al 40% de las mujeres

Asimismo, la situación de convivencia también deja una diferencia significativa entre ambos grupos: entre los que tienen planes efectivos de mudarse a un pueblo, hay un 32% de particulares que vive con su pareja e hijos. Sin embargo, en el caso de los que no se irían nunca a vivir a un pueblo, hay un 26% en esta situación.

Pero no todo son diferencias. Hay dos cuestiones en las que ambos grupos tienen situaciones muy similares. Se trata de la clase social y de los ingresos mensuales por unidad familiar que, a la vista de los datos, no son determinantes para esta toma de decisión sobre el lugar de residencia.

En definitiva, el perfil de aquellos que deciden dar un cambio en su vida y trasladarse a una zona rural a vivir y trabajar o teletrabajar es el de personas que tienen entre 35 y 44 años que viven con su pareja y sus hijos en ciudades que no son capital de provincia y que tienen menos de 50.000 habitantes.