La economía mundial crecerá menos de lo previsto en 2019 y 2020, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), que anticipa una expansión global del 3,5% este año y del 3,6% el siguiente, lo que representa una rebaja de dos y una décima, respectivamente, en comparación con los pronósticos de la institución del pasado mes de octubre como reflejo del peor desempeño durante el tramo final de 2018, así como del deterioro de la confianza y sus implicaciones para el crecimiento ante los elevados niveles de deuda pública y privada.
“Los riesgos para la economía global se inclinan a la baja”, señala el FMI en su actualización del informe ‘Perspectivas Económicas Mundiales’, donde advierte de que una escalada de las tensiones comerciales sigue siendo una fuente clave de riesgo para las perspectivas y constata un endurecimiento de las condiciones financieras desde el pasado otoño.
Entre los factores al margen de las tensiones comerciales que pueden desencadenar un deterioro mayor de lo previsto del crecimiento, el FMI señala una potencial salida sin acuerdo del Reino Unido de la UE, así como una desaceleración más pronunciada de lo previsto de la economía china.
“Van a ser necesarios más esfuerzos por parte de los Gobiernos”, ha especificado la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, en rueda de prensa en Davos (Suiza). “La economía global está creciendo más lento de lo que se esperaba y los riesgos están creciendo”, ha añadido.
En este sentido, Lagarde ha alertado de que la incertidumbre, las preocupaciones geopolíticas y el crecimiento “decepcionante” son un “mensaje” para los legisladores. “Solucionad las vulnerabilidades y estad preparados si se materializa una caída del crecimiento”, ha instado la directora gerente, añadiendo que el crecimiento debe ser “resiliente, inclusivo y colaborativo”.
La organización con sede en Washington proyecta una expansión de las economías desarrolladas del 2% en 2019, una décima menos que en ocubre, y mantiene su previsión del 1,7% para 2020.
La economista jefe del FMI, Gita Gopinath, ha explicado que el principal factor de lastre para las economías desarrolladas ha sido la zona euro debido a la revisión a la baja de las economías germana e italiana.
En el caso de las economías emergentes y en desarrollo, el FMI contempla ahora un crecimiento medio del 4,5% en 2019, dos décimas por debajo de su anterior pronóstico, y del 4,9% en 2020, en línea con la previsión de octubre.
“La principal prioridad para los países es resolver de forma rápida y cooperativa sus diferencias comerciales y la incertidumbre política, en lugar de levantar más barreras comerciales y desestabilizar una economía global que ya se está ralentizado”, ha añadido la economista jefe del FMI.
Alemania e Italia frenan a la zona euro
Entre las revisiones a la baja más significativas, destaca el recorte de seis décimas en la previsión de crecimiento del FMI para Alemania en 2019, cuando anticipa una tasa de expansión del 1,3%, mientras que mantiene sin cambios su pronóstico de crecimiento del 1,6% para 2020.
“Las dificultades de producción en el sector del automóvil y una menor demanda exterior afectarán al crecimiento de Alemania en 2019”, ha subrayado Gopinath.
En el caso de Francia, el FMI ha recortado una décima su previsión para 2019, hasta el 1,5%, y mantiene la de 2020 en el 1,6%, mientras que para Italia ha revisado a la baja cuatro décimas su proyección para este año, hasta el 0,6%, manteniendo sin cambios el crecimiento del 0,9% anticipado en octubre para 2020.
De este modo, la institución internacional ha recortado al 1,6% desde el 1,9% su previsión de crecimiento para la zona euro en 2019, mientras mantiene sin cambios su pronóstico del 1,7% en 2020.
En el caso de EEUU, el FMI confirma su previsión del pasado mes de octubre, cuando anticipaba un ritmo de expansión del 2,5% en 2029 y del 1,8% para 2020, después del crecimiento del 2,9% estimado en 2018 para la primera economía mundial. Pese a estos datos, la economista jefa del FMI ha asegurado que los estímulos fiscales están comenzando a perder fuerza.
“Una escalda de las tensiones comerciales y un empeoramiento de las condiciones financieras son las fuentes clave de los riesgos a las perspectivas”, ha detallado Gopinath, añadiendo que un aumento en la incertidumbre comercial “dañará” la inversión y las cadenas de suministro, mientras que el endurecimiento financiero será “costoso” por los altos niveles de deuda pública y privada de los países.
Menos crecimiento en México, Turquía y Argentina
En cuanto a las economías emergentes y en vías de desarrollo, las nuevas previsiones del FMI contemplan un menor crecimiento para México en 2019, con una tasa de expansión del 2,1% este año, cuatro décimas menos que en octubre, y del 2,2% en 2020, medio punto porcentual por debajo de los anteriores pronósticos.
En el caso de Brasil, la institución proyecta un ritmo de crecimiento del 2,5% en 2019, una décima mejor que en su anterior estimación, aunque para 2020 ha revisado una décima a la baja su pronóstico de octubre, hasta el 2,2%.
La diferencia entre México y Brasil, países que han pasado por un cambio de Gobierno en los últimos meses, se corresponde con los diferentes ciclos económicos en los que se encontraban, según ha explicado el FMI.
De esta forma, en México la llegada de Andrés Manuel López Obrador se ha percibido como “incertidumbre política”, según la institución internacional, lo que ha motivado la caída en las inversiones privadas y su consiguiente efecto en el crecimiento del país.
No obstante, mientras que el país norteamericano venía de un ciclo económico de crecimiento “estable”, el Ejecutivo del brasileño Jair Bolsonaro ha tomado las riendas de un país que “venía de una recesión y con un crecimiento modesto”, motivo por el cual tiene más espacio para crecer.
Por otro lado, el FMI anticipa que la economía argentina se contraerá durante 2019 ante las políticas más restrictivas aplicadas para contener los desequilibrios para regresar al crecimiento en 2020, mientras que en el caso de Turquía la institución prevé una “gran contracción” en 2019 y una recuperación más lenta del país otomano en un contexto de ajustes y mayores restricciones de las condiciones de financiación externa.
“La perspectiva para los mercados emergentes y en desarrollo refleja las continuas adversidades derivadas de los menores flujos de capital por los mayores tipos de interés y la depreciación de los tipos de cambio”, ha afirmado Gopinath.