El sector inmobiliario, con las consecuencias sociales de sus intensos altibajos, ha generado mucha desconfianza. Como hemos dicho otras veces en este blog, es necesario que los profesionales nos esforcemos en todos los frentes de nuestra actividad por recuperar el lugar que nos corresponde. Por eso no resulta inapropiado preguntarse si ante cuestiones sociales que nos incumben a todos, como la sostenibilidad, tenemos algo que decir. Y la respuesta tiene que ser afirmativa.
España es un país en el que tradicionalmente la actividad inmobiliaria se ha vinculado con la inversión cortoplacista de rápida rentabilidad. Pero cuando lo que se busca una inversión sólida –qué mejor adjetivo– la calidad de materiales y la eficiencia a largo plazo de la construcción sostenible tiene mucho que aportar. Por multitud de motivos, es un producto más fiable.
Pero, de qué hablamos cuando decimos sostenibilidad. Si nos ceñimos a su origen histórico, todo comienza con el Informe Nuestro Futuro Común (Informe Brundtland) sobre el que se articuló la Cumbre de Río del 92, que define la sostenibilidad en torno a tres ejes: sociales, medioambientales y económicos.
Pero resulta mas útil poner el foco en la materia que nos ocupa, la construcción sostenible. En España, la edificación sostenible se plantea a través de la Ley 38/1999 de Ordenación de la Edificación (LOE) y el Código Técnico de la Edificación.
Estos documentos legales recogen, tal como explica el Ministerio de Fomento, los “criterios básicos que guían esta línea de actuación y a la vez, definen los principales ámbitos en que se desarrolla son: el fomento de la eficiencia energética y del desarrollo sostenible, la garantía de la accesibilidad para evitar la discriminación de las personas con discapacidad y favorecer su movilidad, y la aplicación de las innovaciones y nuevas tecnologías”.
Pero de todo este mundo, el sector inmobiliario sólo ha fijado su atención en el certificado energético. La obligatoriedad de que todos los inmuebles cuenten con esta valoración en el momento de la compraventa impone este enfoque cada vez que en los encuentros profesionales que organizamos en Fotocasa Academy sale el tema de la sostenibilidad.
Y tampoco en esta cuestión se pone demasiado esmero: los anuncios de los escaparates casi siempre incluyen aquello de certificación energética en trámite. Que viene a ser un modo de cubrirse las espaldas ante la norma sin tomarse en serio su cumplimiento hasta que sea imprescindible, cuando la operación ya está lo suficientemente avanzada.
Pero en un mercado competitivo como el inmobiliario la diferenciación es casi obligatoria. Ya hemos dicho otras veces que es un acierto para las agencias buscar sus puntos fuertes y tratar de explotarlos. Y por qué no plantearse, cuando en todos los ámbitos la sostenibilidad está en auge, apostar por una mayor conciencia medioambiental y social.
Posicionarse es cuestión de ofrecer un enfoque: que esos anuncios del escaparate sí incluyan la certificación energética; apostar por una cartera de inmuebles que cumplan unos requisitos constructivos y sociales más exigentes; ofrecer información sobre productos relacionados como la ecohipoteca que ofrece intereses más bajos a las viviendas con mejor certificación. Líneas de trabajo para construir los puentes de la construcción sostenible a la intermediación inmobiliaria sostenible.