Hablar de Amat Inmobiliaris es hablar de experiencia y adaptación en un sector, el inmobiliario, que se ha transformado mucho en los últimos 15 años. La empresa fue fundada en 1948 por Joan Amat, pero empezó a dirigirla su viuda, Concepció Amigó, desde 1952. Ya en los 90, las hijas Imma y Joana Amat se integraron en el negocio y a partir de 2010 se incorporó la tercera generación: Guifrè y Martina Homedes Amat y Nada Massagué Amat.
Guifrè Homedes cogió el relevo en 2018 de la dirección general de la empresa, con la voluntad de seguir ofreciendo a sus clientes un servicio profesional y competente. Entusiasmados por su trabajo diario, tienen muy claro cómo de importante es estar al día de las últimas innovaciones tecnológicas, la transformación digital o la utilización del big data como recursos para hacer más eficientes sus servicios.
Hoy conversamos con Guifrè sobre actualidad, digitalización, sostenibilidad y retos de futuro en el sector inmobiliario.
Vuestra empresa tiene una trayectoria muy dilatada en el tiempo y eso no es fácil conseguirlo. Desde tu punto de vista, ¿cómo ha cambiado el sector en los últimos 20 años?
En 20 años el sector y la sociedad han cambiado enormemente. Especialmente el inmobiliario, que pasó de la euforia absoluta a una larga y profunda crisis que cambió muchos aspectos del propio sector. Algunos los cambió para siempre y otros solo temporalmente. Y después de algunos años de vuelta al crecimiento ya hemos empalmado con la pandemia, la crisis energética, etc.
En Amat Immobiliaris somos especialistas en el sector residencial. Lo enfocamos desde casi todos los ángulos, lo cual nos da una visión muy amplia del residencial. Estamos involucrados desde la trasformación urbanística, a la comercialización de obra nueva, segunda mano y alquiler, hasta la administración de comunidades de propietarios y administración patrimonial (gestión de alquiler de inmuebles).
Desde la componente social está claro que en 20 años hemos ido a peor. Acceder a la vivienda es cada vez más complejo, principalmente en las grandes áreas metropolitanas, que es dónde la mayoría de la población quiere vivir. Se tiende a señalar al sector inmobiliario como el único causante de esta situación, pero realmente la suma de muchos factores nos ha llevado a este punto. Por nombrar algunos, la debilidad, inseguridad y poca competitividad de nuestros sueldos y puestos de trabajo, las malas infraestructuras de comunicación que condicionan el binomio dónde vivimos vs dónde trabajamos, la poca flexibilidad laboral que caracteriza nuestra sociedad y la influencia negativa de la Administración Pública (omisión del alquiler durante décadas, lentitud administrativa que condiciona unos tempos ya de por sí largos, políticas cortoplacistas, etc). El sector no está exento de responsabilidad, es evidente que ha habido y hay abusos, especulación y malas praxis, pero como en muchos otros sectores y áreas de la sociedad, son excepciones.
Como he comentado antes, en este periodo el sector en sí se ha trasformado por la revolución tecnológica y por la profunda crisis que sufrió. Muchos de los actores actuales poco o nada tienen que ver con los que había hace 20 años. La fuerte aparición de la tecnología y la digitalización los últimos años también ha transformado parte del sector y ha permitido entrar a otros actores completamente nuevos.
¿Cuéntanos cómo ves tú el momento actual en el sector inmobiliario?
A nivel de actividad en el segmento residencial, lo cierto es que la pandemia ha tenido un efecto relativo. De hecho, estábamos en niveles de actividad muy elevados, los mejores en muchos años. En general, a nivel comercial teníamos claramente un problema de falta de oferta para satisfacer la demanda existente, tanto en venta como en alquiler.
De golpe hemos encadenado esta situación con una subida de costes generalizada y muy rápida, que nos deja en una situación sensiblemente distinta. En resumen, esta subida de costes empobrece a un gran grueso de la sociedad. Quien ya tiene un hogar igualmente ha visto incrementados todos los costes: más coste en suministros, más coste hipotecario, más renta de alquiler con regularización IPC… Y quien quiere emanciparse o cambiar de hogar tendrá menos capacidad de ahorro.
A nivel sector ya hace unos años que la transformación tecnológica y la digitalización son el reto. La aparición de nuevos actores y la pandemia, por suerte, han acelerado esta transformación. A pesar de todo, no deja de ser un sector enormemente atomizado en muchos de sus segmentos, lo cual hace que haya mucha heterogeneidad de empresas, calidad de servicio y ritmos de transformación.
¿Cuál crees que es el grado de digitalización en el sector inmobiliario en España y qué implicaciones tiene?
Como decía antes creo que hemos avanzado, pero que aún queda mucho recorrido por delante. Este es un sector con muy pocas barreras de entrada y donde todo el mundo se atreve, la atomización es enorme, y la vida de muchas empresas es muy corta. Estos factores influyen en que seguramente el sector se digitalice más lentamente que otros sectores. Eso sí, si comparamos dónde estamos hoy a dónde estábamos hace 5-7 años, no tiene nada que ver.
Hablemos de sostenibilidad. Vuestra empresa es una de las compañías pioneras en apostar por la sostenibilidad en el sector, ¿por qué es tan relevante hoy en día?
La sostenibilidad es un concepto muy amplio y que en el fondo abarca muchos aspectos inmobiliarios. Seguramente hoy le hemos puesto un nombre y lo identificamos con energías renovables, por ejemplo. Pero, como digo, va mucho más allá, y, en nuestro caso, hace años ya que está encima de la mesa, seguramente en el pasado era simplemente aplicar el sentido común.
Por poner un ejemplo, en Amat Immobiliaris ya hace décadas que hemos abogado por la reconversión de locales comerciales que llevan años vacíos y sin uso para transformarlos en viviendas. El argumento es fácil, ¿qué sentido tiene tener centenares de locales ya construidos y vacíos cuando hay demanda acreditada de otros usos, por ejemplo, en vivienda? ¿Hay que construir más cuando no tienes el parque inmobiliario optimizado? Desde hace casi 20 años hemos intentado explicar esta idea a distintas administraciones, sin mucho éxito la verdad. No se trata de eliminar el comercio, se trata de concentrarlo en ejes clave y reconvertir el resto, pues en muchas calles de nuestras ciudades hay decenas de locales que llevan años vacíos.
También desde nuestro servicio de Administración de Fincas (Comunidades y Alquileres) hace ya unos años que, ante una obra o rehabilitación importante, siempre presentamos, como mínimo, una propuesta con carácter de mejora en eficiencia energética. Hoy este bagaje lo hemos transformado en una nueva línea de negocio llamada AmatZonia, dónde ofrecemos asesoramiento global en la mejora energética de los edificios.
Ahora todo el mundo habla de sostenibilidad, pero cuando vosotros empezasteis a apostar por este tema no se oía tanto. ¿Cuáles han sido los principales retos a los que os habéis enfrentado como compañía con este enfoque?
Históricamente el mantra habitual era doble, por un lado, el coste de la energía no se consideraba un problema, y por otro lado, se asociaba cualquier rehabilitación con carácter de mejora energética como más cara que las otras propuestas tradicionales. Al final se resume en que el cliente no percibía este tema como un problema, así que no había ningún incentivo para mejorar.
Hoy creo que el gran cambio ha sido en concienciación, ver que un edificio ineficiente es realmente un problema tanto para la economía familiar como un problema de confort. Y este grado de concienciación se ha acelerado mucho los últimos meses. Para resumirlo, de verlo como una cosa de futuro, ha pasado a ser una prioridad de presente.
¿Cuáles son los principales beneficios de apostar por la sostenibilidad?
Como sociedad está claro, sin sostenibilidad no hay futuro. No hay que darle más vueltas. Como empresa tampoco hay muchas dudas, si te implicas eres parte del cambio y de la transformación que nos tiene que dar un mejor futuro. En muy poco tiempo no se entenderá el inmobiliario sin un carácter sostenible. Y con sentido común, el camino hacia la sostenibilidad será también un negocio para muchas empresas del sector.
¿Qué cambios deberíamos abordar desde el propio sector para acelerar la sostenibilidad aún más?
Como sector tendríamos que estar motivados. En un tema tan crucial como este, somos clara palanca de cambio. El hecho de tener una posición a priori tan destacada debería estimular el sector inmobiliario a tomarlo como un reto.
La clave está en el residencial y en la rehabilitación. Otros segmentos como las oficinas y la obra nueva residencial, ya hace años que la sostenibilidad de los edificios está encima de la mesa, y aunque seguramente tienen margen de mejora, los promotores ya llevan varios años trabajando en este sentido. Pero el gran reto está en la rehabilitación y optimización del parque residencial ya construido. Los ejes de mejora son claros, optimizar el uso de lo ya construido, que su consumo energético sea eficiente y si adicionalmente pueden producir energía renovable mejor.
Para terminar, ¿te atreves a decirnos cuáles son los temas prioritarios a los que deberíamos prestar atención en el sector inmobiliario en los próximos dos años?
Pues ligado a lo comentado anteriormente, ahora es un gran momento de oportunidad con los Fondos Next Generation destinados a la rehabilitación. Sería fundamental poderlos aprovechar al máximo para impulsar esta transformación. Sabemos que el parque inmobiliario debe transformarse sí o sí en los próximos años, pues ¿qué mejor que poder hacerlo con ayuda económica para los propietarios? Pasada esta oportunidad no sabemos si habrá más ayudas, pero sí que estamos convencidos que la mejora energética de nuestros edificios será inevitable. Un edificio no optimizado no será competitivo ni en confort, ni en economía familiar ni en el mercado si tiene que venderse o alquilarse.