¿Debo de emprender la tarea de constituir una empresa y dejar de ser agente inmobiliario por mi cuenta?
En este artículo abordaremos esta pregunta que tantas veces ha planeado y planea sobre nuestras cabezas. Se trata de una decisión importante que tiene muchas implicaciones legales, fiscales y prácticas, así que hay que analizarla con detenimiento.
¿Qué diferencia hay entre ser autónomo y ser empresa?Cuando hablamos de “autónomo”, nos estamos refiriendo al ejercicio de la actividad de agente inmobiliario como persona física, dado de alta en el régimen de autónomos (RETA) y declarando ingresos en el IRPF, etc. Cuando hablamos de “empresa”, habitualmente nos referimos a constituir una sociedad (por ejemplo una “S.L.”) o al menos operar mediante persona jurídica que asume la actividad mediante el régimen general de sociedades. |
4 ventajas de ser agente inmobiliario autónomo
- Simplicidad: Darse de alta como autónomo es más sencillo que montar una sociedad. Menos trámites de constitución y menos requisitos legales.
- Menores costes iniciales: No tienes que asumir los costes de constitución de una sociedad (notaría, registro mercantil, libro de contabilidad societaria, etc.).
- Flexibilidad en la gestión: Tú eres el que decide horarios, cartera, acciones comerciales, estrategia de mercado, etc.
- Rendimientos directos: Si estás facturando bien, como agente autónomo los beneficios te los quedas tú casi “inmediatamente” tras impuestos y gastos.
4 desventajas de ser agente inmobiliario autónomo
- Responsabilidad personal: Como persona física, tu responsabilidad con terceros puede ser más directa. Si hay problemas con la actividad (por ejemplo, un cliente presenta una reclamación) estás tú en primera línea.
- Cuota fija y cotización variable: Aun cuando tus ingresos bajen, tienes una cuota de autónomo que asumir. Si la actividad no va bien, puede pesar.
- Limitaciones fiscales: Si tus ingresos crecen mucho, tributar como persona física puede plantear que pagues más IRPF de lo que podrías optimizar con una estructura societaria. También la fiscalidad de las sociedades puede ser más ventajosa en determinados escenarios.
- Escalabilidad: Si lo que quieres es crecer, contratar personal, tener una marca, una oficina, quizá la figura de autónomo se queda un poco corta.
5 ventajas de pasar a ser empresa
- Limitación de responsabilidad: Una sociedad limitada (S.L. o S.L.U.) permite limitar el riesgo al capital aportado, lo que protege tu patrimonio personal (dentro de lo que la normativa permite) en mayor medida que como autónomo.
- Fiscalidad potencialmente más óptima: Las sociedades tributan por el Impuesto de Sociedades. En ciertos escenarios de beneficios elevados, puede ser más eficiente que tributar por IRPF a tipos altos como persona física.
- Imagen corporativa y crecimiento: Operar como empresa puede dar otra imagen al mercado: marca, equipo, delegaciones, estructura comercial. Si planeas crecer más allá del “soy solo yo” puede tener sentido.
- Mayor facilidad para contratar y estructurar: Tener una empresa te permite contratar empleados, externalizar servicios, tener estructura más formal, lo cual facilita la expansión del negocio y la escalabilidad del mismo.
- Optimización de gastos e inversiones: Una empresa puede amortizar, considerarse como entidad económica, separar costes, invertir en marketing, tecnología, personal, con mejores posibilidades de planificación.
5 desventajas de pasarse a ser empresa
- Más trámites y costes de constitución: Crear una empresa implica notaría, registro mercantil, definir estatutos, libro de contabilidad, cumplir obligaciones societarias (junta de socios, cuentas anuales) y auditorías si se superan ciertos criterios.
- Obligaciones contables más complejas: Como empresa tienes que llevar contabilidad ajustada al Plan General Contable, presentar cuentas anuales, cumplir con el modelo 200 (Impuesto de Sociedades), el 111, el 303, etc., además del resto de obligaciones fiscales y mercantiles.
- Impuestos mínimos o carga fiscal en inicio: Si todavía facturas poco, una empresa puede acarrear costes fijos que no compensan. No siempre sale rentable pasar hasta que tengas volumen.
- Carga de Seguridad Social y otros costes laborales: Si contratas, tienes que asumir costes sociales, riesgos laborales, etc., lo que puede complicarte la gestión si no tienes estructura.
- Posible fiscalidad menos ventajosa en ciertos casos: Si tus beneficios son modestos, tributar como persona física puede salir mejor que asumir los costes de empresa y tributación de sociedades con todos los costes asociados.
¿Qué deberías considerar para decidir?
Estas son algunas de las preguntas clave que pueden ayudarte a decirte por una figura u otra, antes de dar el paso:
- ¿Cuál es mi volumen de negocio actual y mi expectativa de crecimiento en los próximos 2 años?
- ¿Tengo previsión de contratar personal o ampliar equipo/oficina?
- ¿Cuál es mi carga de costes fijos actuales y cuánto margen tengo para asumir nuevos costes (contables, laborales, fiscales) si me convierto en empresa?
- ¿Cuál es mi fiscalidad actual como autónomo (qué tipo efectivo estoy pagando en IRPF) y cuánto podría optimizar mediante una sociedad?
- ¿Qué responsabilidad personal estoy dispuesto a asumir?
- ¿Estoy preparado para asumir mayor complejidad en gestión contable, fiscal y laboral? ¿Tengo un asesor que me pueda guiar?
Conclusiones que puedes sacar…
Las conclusiones derivadas de estas respuestas deberían llevarte a que, si estás facturando de forma moderada, trabajando solo sin muchos gastos fijos, y prefieres flexibilidad, posiblemente te merezca la pena continuar como autónomo.
El momento de cambiar a empresa llegará cuando veas que:
- tienes un nivel de facturación que lo justifica;
- tienes intención clara de crecer, contratar personal o abrir oficina;
- la fiscalidad y estructura societaria te permitan mejorar tu rentabilidad neta;
- y quieras proyectar una imagen corporativa sólida.

