El teletrabajo se ha convertido en la modalidad de desempeño profesional para uno de cada cuatro españoles de entre 18 y 65 años a raíz de la COVID-19. Un 6% ya teletrabajaban antes y otro 20% ha empezado a hacerlo durante la crisis sanitaria. Es decir: durante la crisis se ha producido un incremento de 20 puntos porcentuales (del 6 % al 26 %) del porcentaje de personas que teletrabajan.
Esta es la principal conclusión que se desprende del análisis de Fotocasa Research “Vivienda y teletrabajo durante la pandemia” elaborado por el portal inmobiliario Fotocasa con la intención de conocer de primera mano las consecuencias más directas de la situación provocada por el coronavirus en el sector inmobiliario.
Este incremento de españoles teletrabajando supone dos cambios en el comportamiento cotidiano. Por un lado, se pasan más horas en el hogar; y, por otro, se le dan nuevos usos al inmueble inicialmente no previstos. Por ello, la percepción y las expectativas que se tienen sobre la vivienda están cambiando como consecuencia de esta situación.
¿El teletrabajo ha venido para quedarse?
“Tal y como apuntan muchos expertos si el teletrabajo ha venido a España para quedarse condicionará totalmente el lugar en el que vivamos, ya que ahora no será una prioridad vivir cerca del lugar de trabajo. Sino que los españoles podrán vivir lejos de la ciudad y priorizar ciertas características de la vivienda a las que ahora no se les daba tanta importancia. Como pueden ser las zonas exteriores como jardín o piscina. Además, también condicionará el tipo de viviendas que se buscarán ya que poder tener un espacio específico para trabajar, como puede ser un despacho, cobra mucha relevancia en la búsqueda de vivienda”, explica Anaïs López, directora de Comunicación de Fotocasa.
El perfil de la persona que teletrabaja es el de alguien con 40 años, que vive en una capital de provincia (43%) y que gana entre 1500 y 2000 euros (18%). No se puede, sin embargo, asignarle un sexo determinado, porque el reparto entre mujeres y hombres está muy equilibrado. Con respecto a la situación de convivencia de las personas que teletrabajan, lo más frecuente es vivir con pareja, ya sea con o sin hijos (58 % de los casos).
Sus rasgos, difieren sensiblemente con el conjunto de la población. Los que teletrabajan tienen unos ingresos más altos, son más jóvenes y tienen un nivel de estudios superior que la media de la sociedad. Esto se resume si se compara el nivel socioeconómico. Los que se sitúan en los escalones más altos suman un 17 % del conjunto de la sociedad y, sin embargo, son el 33 % de los que teletrabajan. Una mirada en términos territoriales, completa el cuadro. El peso relativo de Madrid y Cataluña entre los teletrabajadores es muy superior que el que les correspondería por su población.
La suma de todas estas variables retrata mejor el perfil del teletrabajador. Una silueta bastante diferente a la del conjunto de la sociedad. Como es lógico, estamos principalmente ante empleados de oficina. Educación, ingresos, ubicación geográfica, incluso el hecho de que sean más jóvenes (más próximos a la tecnología para el trabajo en remoto). Todo apunta en ese mismo sentido.
¿Equipados para teletrabajar?
Estos teletrabajadores se han encontrado, en la mayoría de los casos, con esta situación sin haber podido planificarlo. Por este motivo, el equipamiento y las viviendas podrían no estar adaptados a estas necesidades. ¿Qué es lo que más valoran las personas que teletrabajan en la vivienda? ¿De qué carecen para poder hacerlo en buenas condiciones?
La tecnología para poder realizar las tareas es lo más valorado. Concretamente, la disponibilidad de banda ancha (59%) y el equipamiento informático (57%). Es lógico que así sea. Sin estos elementos el teletrabajo, en la era digital, es prácticamente imposible. Por eso estas dos variables son también (junto a la luz natural) las que mejor tienen cubiertas este colectivo de personas que desempeña sus funciones desde su hogar.
El resto de los factores que influyen para tener un buen entorno de trabajo en la propia vivienda tienen un comportamiento diferente. Cuestiones como que disponer de una habitación/despacho separado del resto del hogar, la amplitud de la zona de trabajo (escritorio), el mobiliario adecuado o el silencio son importantes para entre un 10% y un 20% de los que teletrabajan. Este colectivo parece pensar que son cuestiones que afectan a cómo trabajan, pero que, a diferencia de la tecnología, no son imprescindibles. Y, por eso mismo, la mitad de los que teletrabajan lo hacen a pesar de carecer de estas infraestructuras en su hogar.
La relación con unos y otros elementos también cambia en relación con la edad o la situación de convivencia. Por ejemplo, la ausencia de ruidos tiene más importancia para los que tienen de 35 a 44 años, una edad en la que, por ciclo vital, suele haber niños pequeños en casa y el silencio es poco probable. Otro rasgo destacable de cómo evoluciona esta relación es que cuanto más avanza la edad más frecuente es disponer de un despacho de trabajo en la propia vivienda.
Aparte de la edad o de la situación de convivencia, también hay algunas diferencias en función de la propiedad de la vivienda. El 26% de los que teletrabajan viven de alquiler y un 74% viven en una casa de la que son dueños. En líneas generales, cuando la vivienda es de propiedad está más acondicionada para teletrabajar que cuando se vive de alquiler. En concreto, el 57% de los teletrabajadores que viven en propiedad, frente al 34% de los inquilinos, disponen de una estancia o un despacho separado del resto de la casa para trabajar.
El resultado de todo este panorama es que este colectivo de personas que teletrabajan tiene una mayor demanda de ciertas características residenciales, como demuestra el hecho de que los teletrabajadores supongan el 31% del conjunto de demandantes de vivienda (ya sea de alquiler o en propiedad), pese a que, como se ha dicho, sólo sean el 26% del conjunto de personas entre 18 y 65 años. Es decir: es un segmento más activo en el mercado inmobiliario.
En estos hogares en los que alguno de los miembros teletrabaja, los motivos que más incentivan la búsqueda de una nueva vivienda, ya sea de compra o de alquiler, son: el precio (26%), cambiar la situación de convivencia (18%), los espacios al aire libre (14%) y las características del inmueble (12%).