Es imposible negar que nuestro país se está viendo especialmente afectado por la crisis sanitaria, cuyas consecuencias económicas serán aún mayores para algunas de las actividades con más peso en el PIB, como el turismo y la restauración, y la industria textil.
Pero también es cierto que, hasta principios del mes de marzo, cuando comenzamos a constatar la realidad de la pandemia de la COVID-19 y empezaron a tomarse las primeras medidas de confinamiento, España era una de las economías de la zona euro de más rápido crecimiento del PIB. Y, en términos generales, nos encontrábamos con unos fundamentos sólidos.
Esperamos una recuperación paulatina tras el momento más crítico de la COVID-19
Gracias a ello creemos que es posible una recuperación paulatina a partir del momento en que se nos permita empezar a consumir y viajar, y podamos hacerlo de una forma segura. Porque, como en otras actividades, en nuestro sector, el inmobiliario, y especialmente en el segmento residencial, el factor emocional y la interacción humana son fundamentales. Por eso, confiamos que una vez podamos recuperar cierta normalidad –aunque sea con las medidas de precaución que sean necesarias- empezaremos a ver reactivarse el sector.
Por el momento, en nuestro día a día en estas últimas semanas, desde Knight Frank estamos viendo que los promotores de obra nueva todavía no se han planteado hacer ajustes de precios. Ahora mismo están muy centrados en utilizar todas las herramientas disponibles para atender a los clientes de manera online, para poder ofrecerles su producto con visitas virtuales. Y poder generar reservas y ventas.
También están dedicando esfuerzos a proporcionar paquetes de ayudas a todos los
compradores que están a punto de tomar una decisión. O a quienes tienen ya firmados
sus contratos y reservas.
La construcción durante la COVID-19
En cuanto al parón de la construcción que hemos tenido, evidentemente, afecta a toda la cadena de valor. Pero los promotores por ahora no nos están trasladando una gran preocupación al respecto. Y es que hay que tener en cuenta que este cese de actividad no ha sido muy significativo dentro de lo que se tarda habitualmente en realizar un proyecto completo. Y es que la ejecución de una obra dura, de media, unos 24 meses.
Por eso no hay una excesiva preocupación, más allá de aquellas promociones que estuvieran a punto de entregarse justo cuando saltó la alerta de la COVID-19. Y que sí se han podido ver más afectadas (y en concreto, estas últimas, también en lo que se refiere a gestiones como la tramitación de licencias de primera ocupación).
Donde sí estamos viendo un frenazo importante es en la actividad de segunda mano, sobre todo por la naturaleza de la actividad. Al no poder realizar visitas, no es posible cerrar operaciones. Es cierto que la gente está en sus casas y tiene más tiempo para poder revisar todos los medios online y curiosear. Pero no se están tomando decisiones de compra ni, por lo tanto, cerrando operaciones.
En este segmento pensamos que, una vez regresemos a la normalidad, es probable que se dé un ajuste de los precios. Nos encontraremos que habrá gente que tenga necesidades de liquidez porque su realidad económica habrá cambiado. Por lo que se provocará cierta bajada de precios y, por lo tanto, podrá haber oportunidades. También encontraremos un flujo de capital por parte de inversores que se acerque al mercado residencial como valor refugio. Algo que ha ocurrido en otros momentos históricos después de grandes crisis.
El consenso general es que esta crisis va a tener un impacto importante, tanto en el PIB como en la tasa de empleo. Pero también es cierto que los fundamentales de esta crisis son completamente diferentes a los que tuvimos en la crisis anterior de 2008. La situación pre COVID-19 era mucho más sana en la economía en general. Había mucha más liquidez en los mercados. Y, sobre todo, contábamos con unos niveles de endeudamiento mucho más saludables que los que teníamos en aquel momento.
En un inicio esto nos llevó al convencimiento de que la recuperación podría ser también más rápida. Una recuperación en forma de V. Aunque a medida que van pasando los días, y que el confinamiento se va extendiendo, este optimismo va decayendo. Y ahora nos planteamos un escenario de recuperación en forma de U. Lo que sí tenemos claro es que el impacto tanto en la economía general como en nuestro mercado residencial será directamente proporcional al tiempo que finalmente estemos confinados y que se prolongue este estado de mínima actividad que estamos viendo en general en todos los sectores.
Carlos Zamora, socio y Director del Área Residencial de Knight Frank