¿Sabías que tu forma de caminar por una vivienda dice más de ti que tu currículum? O que la manera en que sostienes el dossier de venta puede revelar qué tipo de agente inmobiliario eres, ese que te hace cerrar operaciones… o perderlas.

Si te apetece un rato de introspección divertida (y un poco de autocrítica, que nunca viene mal), sigue leyendo. Aquí no hay tests complicados ni gurús iluminados y mediáticos: solo observación de detalles y rasgos y una pizca de humor profesional.

El Cazador

  • Camina rápido, siempre con el móvil en la mano… y la batería al 4%. 
  • Habla alto, incluso cuando está solo. 
  • Sonríe automáticamente al oír la palabra “exclusiva”.

El Cazador vive por y para cerrar operaciones. Es quien dice “¡este mes cierro tres ventas más, ya verás!” mientras se toma el segundo café a las 9:30 de la mañana. Su fuerte es la energía: contagia entusiasmo, mueve contactos y no deja escapar una oportunidad. Pero ojo, a veces corre tanto que se olvida de escuchar al cliente.

Si te identificas con todo esto, pregúntate: ¿te motiva más la adrenalina de la negociación que acompañar al comprador en todo el proceso? Si la respuesta es sí, eres un Cazador nato. Solo recuerda: no se trata de “vender rápido”, sino de “vender bien”.

El Psicólogo

  • Asiente constantemente mientras el cliente habla (aunque confiese que odia el parquet o adora el gotelet).
  • Usa frases como “te entiendo perfectamente” o “vamos a buscar algo que te haga sentir en casa”.
  • Siempre lleva un bolígrafo, aunque todo se firme digitalmente desde hace meses.

Este agente tiene una empatía digna de terapeuta familiar. Sabe cuándo el cliente duda, cuándo su pareja no está convencida y cuándo la abuela “que solo acompaña” es en realidad quien tomará la decisión final. Su don es conectar; su riesgo, implicarse demasiado. A veces sufre cada operación como si fuera la suya.

¿Tu grupo de WhatsApp se llama “Mis compradores favoritos” y no desconectas ni el fin de semana? Entonces no hay duda: eres un Psicólogo inmobiliario.

El Estratega

  • No se mueve sin su tablet o portátil.
  • Tiene más gráficos que un informe del Banco de España.
  • Su vocabulario incluye “posicionamiento”, “embudo” y, por supuesto, “lead”.

El Estratega es el cerebro del equipo. Todo lo mide, analiza y compara. Si hay que decidir entre subir el precio o mejorar el copy del anuncio, saca su hoja de cálculo y calcula hasta el ROI de cada palabra. Su visión global es su mayor fortaleza, pero a veces olvida mirar al cliente a los ojos.

Si tienes más alertas de Fotocasa que mensajes de WhatsApp, eres un Estratega. Solo recuerda que los datos ayudan, pero los sentimientos cierran ventas.

El Estilista

  • Se coloca las gafas de sol incluso dentro del portal.
  • Habla de “performance” en lugar de “visita”.
  • Sus fotos de perfil parecen sacadas de una revista de moda.

El Estilista no vende casas: vende experiencias. Es el mago del home staging, el que sabe dónde colocar una planta para que el salón parezca el doble de grande, y el que llega al piso con su kit de emergencia: velas, cojines y un ambientador con aroma a bizcocho.

Su punto fuerte es la primera impresión; su debilidad, perderse en los detalles y tardar más en cerrar operaciones.

El Clásico

  • Lleva la agenda en papel (pero actualizada al minuto).
  • Usa chaqueta formal incluso en agosto.
  • Llama “cliente” a todos, incluso a su cuñado.

El Clásico es el pilar del sector: profesional, educado y puntual. Conoce su zona como la palma de su mano y conserva clientes desde hace 20 años.

Su reto es adaptarse a los nuevos tiempos. Si dices a menudo “yo prefiero el boca a boca”, probablemente seas Clásico. Pero cuidado: con una pequeña actualización digital, nadie podrá competir contigo

Y tú, ¿qué tipo de agente inmobiliario eres?

Lo más probable es que seas una mezcla: cazador con alma de psicólogo, estratega con estilo o clásico que ya publica vídeos en Instagram.

Lo importante es conocerte y potenciar tus fortalezas. Porque el mercado inmobiliario actual no premia a quien más corre, sino a quien mejor se adapta.

En el fondo, todos los agentes tienen algo en común: esa mezcla de curiosidad, intuición y perseverancia que los hace abrir cada puerta como si fuera la primera vez… y con la ilusión de que, detrás de ella, espera un nuevo reto.