¿Tiene sentido ofertar un apartamento por 149.900 euros? ¿O un adosado por 279.999 euros? Según los expertos, no. Ese tipo de precios, comunes en otro tipo de negocios como la alimentación o la moda, por ejemplo, carece de toda lógica en la compraventa inmobiliaria actual, según se explica en este artículo de Inman, el portal estadounidense de noticias del sector.
Los precios psicológicos
En el comercio retail está demostrado que se vende más un producto de 1,95 o 1,99 euros que de 2 euros. El consumidor tiende a fijarse en el dígito de la izquierda, aunque en términos económicos la diferencia sea muy poca. Además, según algunos estudios de marketing, una buena parte de la población asocia los finales en 99 de manera inmediata con una oferta o una opción low cost, lo que puede incrementar el impulso de compra. La estrategia es antigua, pero sigue funcionando.
Sin embargo, estas conclusiones no se puede extrapolar al mercado de la vivienda.
En el sector inmobiliario, precios redondos
La razón por la que rebajar uno o cien euros en el precio de un inmueble resulta inadecuado es doble. Por una parte, puede dar la impresión al posible comprador de ser un precio engañoso. Su presupuesto final no va a depender de cien euros. Incluso puede ser difícil de recordar. ¿Quién recuerda haber visto un anuncio de un ático de 189.999 euros? Es más, a la hora de hablar del anuncio con otras personas, ¿recordará esa cifra o asumirá directamente que el precio son 190.000 euros? Ciertamente, esa diferencia no va a ser la causante de que finalmente realice o no una inversión de tal magnitud.
Por otra parte, tanto los portales inmobiliarios como las webs de las propias inmobiliarias ofrecen herramientas de búsqueda con intervalos, como mínimo, de 10.000 euros. Nadie va a buscar un precio tan concreto y, en cambio, un anuncio de 150.000 euros indica claramente el valor de la vivienda, sin tener que leer el precio dos veces para asegurarse de lo que indica.
Aparecer en todas las búsquedas
Además, quienes estén buscando en un rango superior pueden perderse precisamente esos inmuebles. Es decir, si alguien tiene como presupuesto entre 200.000 y 250.000 euros, y es lo que indica en el buscador, no recibirá como resultado un anuncio que se haya valorado en 199.999 euros y que, quizá, podría encajar en sus necesidades.
Hay aún una razón más: el regateo. Según indican algunos agentes, la parte compradora intentará negociar una rebaja del ‘pico’. De un inmueble de 148.000 euros pedirán rebajar 8.000, mientras que en un precio de 150.000 euros ese concepto de ‘pico’ no está presente y la negociación será de otra forma. También resulta más fácil calcular los porcentajes de impuestos y gastos asociados a la compra de una vivienda con múltiplos de 10.000.
En definitiva, sobran las razones para trabajar con números redondos.