Hoy, 13 de octubre, se celebra el “Día Internacional del Lenguaje Claro”, y no se me ocurre mejor ocasión para hablar de algo que, aunque parezca secundario, puede marcar la diferencia entre cerrar una venta o perder un cliente: la forma en que nos comunicamos.
Sí, hablamos todo el día: con compradores, propietarios, compañeros, bancos, notarios, abogados… Pero, ¿hablamos claro? Esa es otra historia.
El cliente no es experto (y no tiene por qué serlo)
Nosotros vivimos rodeados de términos como nota simple, ITP, arras, plusvalía, referencia catastral, tasación homologada y un largo etcétera. Pero el cliente medio no.
Cuando le decimos que “la vivienda tiene una carga hipotecaria que se cancelará antes de la firma”, muchos se quedan con cara de póker.
A veces creemos que usar lenguaje técnico nos hace sonar más profesionales, pero ocurre justo lo contrario: nos aleja del cliente. Si no entiende lo que decimos, aparece la desconfianza. Y si hay algo que un agente inmobiliario no puede permitirse, es perder la confianza del cliente.
Cuando el comprador o propietario entiende lo que le explicamos, siente que controla la situación, y eso reduce su ansiedad. En cambio, cuando le hablamos en modo “inmobiliario avanzado”, se bloquea. Y cuando el cliente se bloquea, se paraliza. Y cuando se paraliza, la operación se enfría.
El lenguaje claro no es hablar “simple”, es hablar “eficaz”
Algunos piensan que hablar claro es rebajar el nivel o sonar poco profesional. Nada más lejos. Hablar claro no es infantilizar, es ser eficaz.
Por ejemplo:
“La vivienda tiene una hipoteca que el propietario pagará antes de la venta” es mucho más claro que: “La finca presenta una carga hipotecaria pendiente de cancelación previa a la transmisión”. |
Un lenguaje claro no elimina la precisión, sino que traduce lo técnico a lo comprensible. Y eso es oro en nuestro trabajo, porque nos convierte en traductores de un proceso que, para la mayoría, ocurre una o dos veces en la vida y genera una montaña de dudas.
También dentro de la agencia necesitamos hablar claro: entre comerciales, con marketing, administración o dirección. ¿Cuántas veces una operación se retrasa por un correo mal redactado o una instrucción ambigua?
Una comunicación poco clara es terreno fértil para errores y frustraciones. En cambio, cuando todos usamos un lenguaje directo y sin rodeos, los procesos se agilizan y la productividad aumenta.
Lenguaje claro: más confianza, más recomendaciones y más ventas
El lenguaje claro genera confianza, y donde hay confianza, hay negocio.
Muchas operaciones se atascan, no por el precio, sino por los malentendidos: una cláusula mal explicada, una tasa no entendida, una comisión mal comunicada… y adiós a la operación.
Cuando explicamos las cosas con naturalidad y sin rodeos, el cliente percibe que no escondemos nada. Eso crea una sensación de transparencia que vale su peso en oro.
Además, los clientes que entienden lo que les decimos son los que luego nos recomiendan.
“Este agente me lo explicó todo clarito, sin trampas” Esa frase es marketing puro. |
El lenguaje claro no solo ayuda a hablar con los clientes: también vende más. Esto incluye los textos que escribimos.
No se trata de ser poético, sino de ser comprensible. Cuando un texto se entiende a la primera, el lector se imagina viviendo allí, y si se lo imagina, está a un paso de llamar y generar un lead.
Comunicación clara también en el entorno digital
Hoy nuestra primera conversación con el cliente no es presencial, es digital.
Desde la web, los correos, los anuncios o los mensajes de WhatsApp, todo comunica.
❌Un mensaje lleno de jerga o frases largas crea distancia.
✅Un mensaje claro, humano y directo crea conexión.
Cómo empezar a hablar más claro sin morir en el intento
Algunas claves prácticas para aplicar desde ya:
- Piensa en tu audiencia. No es lo mismo hablar con un notario que con un comprador primerizo.
- Evita la jerga inmobiliaria. Por ejemplo, di “gastos” en lugar de “impuestos y tasas inherentes a la transmisión”.
- Frases cortas y directas. Una idea por frase. Nada de párrafos eternos.
- Lee tus mensajes en voz alta. Si te suena artificial, reescribe.
Pide feedback. Pregunta a tus clientes si algo no quedó claro: aprenderás muchísimo.
Hablar claro también es una forma de respeto
En el fondo, usar un lenguaje claro es respetar al interlocutor. Significa reconocer que su tiempo y su tranquilidad importan, que queremos que entienda lo que firma, lo que paga y lo que compra.
En un sector donde todavía existen miedos y desconfianzas, hablar claro es una forma de diferenciarse. No todos lo hacen, pero quienes lo hacen, ganan.
Porque al final, el lenguaje claro no es solo una técnica de comunicación, sino una estrategia de confianza.
Y la confianza, en este trabajo, lo es todo.