La demanda de residencias de estudiantes y pisos compartidos ha crecido como consecuencia de la vuelta a la normalidad aumentando además sus posibilidades para acoger a todos los alumnos en diversos modelos y formatos de alojamiento en función de sus respectivas necesidades y presupuesto, según ha informado el Instituto de Valoraciones.
El formato de vivienda compartida es cada vez más común, y no solo entre estudiantes sino también entre jóvenes profesionales. De hecho, aunque los precios de los alquileres han experimentado ajustes a la baja en el último año, sobre todo, en las ciudades principales como Madrid y Barcelona, la cantidad que deben pagar los jóvenes que quieren arrendar una vivienda en estas ciudades sigue siendo muy alta, si se compara con la media de los sueldos.
Según se indica en el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España, en el segundo semestre del 2020, una persona joven que quisiera alquilar una vivienda en solitario debía destinar el 91,6% de su sueldo a este concepto, mientras que el coste de compartir piso suponía el 27,8% de sus ingresos.
Así, ante esta situación, la fórmula del alquiler de piso compartido no es una opción destinada únicamente a los universitarios, sino también a un amplio público de jóvenes profesionales asalariados que recurren a este tipo de opciones para poder emanciparse de sus hogares familiares.
Atractivo para inversores
De cara a los particulares o inversores, invertir en un inmueble para destinarlo al alquiler de estudiantes o jóvenes en formato de piso compartido supone una opción con altas posibilidades de rentabilidad. Y los datos lo demuestran, teniendo en cuenta que en el curso 2020-2021, hubo, tan solo en la Comunidad de Madrid, un total de 295.938 matriculados en la Universidad en nivel de grado, ciclo y máster.
Un 30% de los estudiantes de Madrid proceden de una comunidad de residencia distinta, según la Estadística de Estudiantes Universitarios (EEU) del curso 2020-2021 publicada por el Ministerio de Universidades. Lo que implica que, al menos el 30% de los estudiantes matriculados necesitan adquirir una vivienda en la que residir durante sus estudios, y los pisos compartidos, son una de las opciones principales.
Se trata de un modelo de negocio que lleva asociado un bajo riesgo como producto de inversión. Por ello, las residencias de estudiantes se encuentran actualmente en el punto de mira de los inversores tanto nacionales como internacionales y, de hecho, en ciudades como Madrid, Barcelona, Salamanca y Sevilla se están ya desarrollando diversos proyectos de nueva construcción impulsados por grandes operadoras para ofrecer más plazas en estos alojamientos y responder a la demanda.
Para la Research Analyst en Instituto de Valoraciones, Mariola Soriano, en el auge de las residencias influyen, por un lado, el interés de estudiantes extranjeros por alojarse en este tipo de viviendas que les permiten mayores facilidades para habituarse a las ciudades, y por otro lado, la situación actual, que pone más en valor los espacios amplios y diferenciados en los que desempeñar distintas funciones.