En este artículo exploramos cómo analizar tu progreso actual y redefinir tus estrategias para cerrar el año alcanzando —o incluso superando— tus objetivos comerciales. Tanto si formas parte de una agencia como si trabajas de manera independiente, aquí encontrarás definiciones útiles y claras, ejemplos aplicables y una hoja de ruta práctica para transformar tus metas en resultados medibles antes de que termine el año.
Por qué el proyecto y la cuenta de resultados son el punto de partida
No podemos definir objetivos significativos sin comprender el proyecto en el que participamos ni su cuenta de resultados. La rentabilidad del negocio depende de que los ingresos superen las inversiones y los gastos. Ya seamos asesores inmobiliarios, coordinadores o responsables de marketing, formamos parte de un engranaje: cada acción que realizamos repercute directamente en la cuenta de resultados.
En cualquier agencia existen costes básicos comunes: compras, salarios, comisiones, seguridad social, gastos de constitución y administración. En el lado de los ingresos se incluyen las ventas, los alquileres y los servicios de valor añadido (seguros, asesorías, etc.). Nuestro objetivo colectivo es claro: que el total de ingresos sea superior a la suma de gastos e inversiones.
Qué entendemos por objetivo
Un objetivo no es una idea vaga, sino una meta concreta que deseamos alcanzar en un periodo determinado. No basta con decir “cuantas más ventas, mejor”, porque esa frase no define ni el cuánto ni el cuándo. Un objetivo bien definido nos permite planificar acciones, medir avances y aplicar medidas correctivas cuando sea necesario.
Ejemplos de objetivos claros:
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Objetivos personales vs. objetivos corporativos: del “tengo que” al “quiero”
Cuando negociamos objetivos con nuestro manager, suelen aparecer los “tengo que”: obligaciones que marcan un mínimo. Sin embargo, los objetivos verdaderamente transformadores surgen del “quiero”: un reto personal que añade motivación e intención.
Ejemplo:
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Convertir un “tengo que” en un “quiero” cambia la actitud y la energía que dedicamos al proceso. Además, cuando fijamos objetivos personales con un beneficio (valor) claro —cambiar el coche, una reforma, un viaje familiar— aumentamos la perseverancia.
SMART + Valor: la fórmula para objetivos que funcionan
Los objetivos deben cumplir las características SMART y un “plus” que aporte valor:
- Específico: ¿Qué queremos lograr exactamente?
- Medible: ¿Qué indicadores nos dirán si avanzamos?
- Alcanzable: ¿Es realista para nuestra zona y condiciones?
- Retador (o Relevante): nos impulsa sin ser inalcanzable.
- En un tiempo determinado: fecha límite clara (deadline).
- Plus (valor): ¿qué valor nos aporta a nosotros y a nuestro entorno? ¿Es ético y legal?
Es importante escribir el objetivo en positivo y dejarlo visible. Un objetivo en negativo (ej. “no bajar de X”) tiene efectos adversos en motivación y en la elaboración del plan de acción.
Indicadores: cómo medimos el avance
Todo objetivo necesita indicadores que permitan saber si se está cumpliendo. Si nuestra meta es “7 ventas en cuatro meses”, debemos trasladarla a microindicadores mensuales y operativos:
- Ventas por mes (1 en septiembre, 2 en octubre, 2 en noviembre, 2 en diciembre).
- Captaciones necesarias para conseguir esas ventas (ej. 2 captaciones por cada venta).
- Contactos, llamadas y visitas requeridas para lograr cada captación.
Ejemplo de cascada de indicadores:
Contactos → llamadas → primeras visitas → segundas visitas → encargos → ventas. |
Si no medimos cada escalón, no podremos detectar dónde falla el proceso y no podremos corregir a tiempo
Plan de acción: de la estrategia a la ejecución
Un objetivo es estático; el plan de acción, en cambio, debe ser dinámico. Se trata de diseñar acciones concretas, implantarlas y medirlas de forma periódica (mensual, quincenal o semanal).
Un esquema de plan de acción debe incluir estos 5 elementos:
- Acción concreta: farming de alianzas, seguimiento a portales, publicaciones en redes, publicidad programática, etc.
- Duración y frecuencia: semanal, diaria, quincenal.
- Coste y recursos necesarios: presupuesto, creatividades, herramientas.
- Indicador objetivo por acción: cuántos contactos, llamadas, visitas o encargos esperamos.
- Posibles problemas y cómo mitigarlos: competencia, baja visibilidad, creatividad inefectiva.
Medir, revisar y adaptar: la retrospectiva mensual
Al finalizar cada mes debemos hacer una retrospectiva: ¿qué ha funcionado?, ¿qué no?, ¿qué hemos aprendido? Este seguimiento mensual es clave, incluso cuando el objetivo es trimestral. Con datos reales podremos:
- Eliminar acciones ineficaces (por ejemplo, un buzoneo que no genera contactos).
- Redirigir presupuesto hacia acciones con mejor rendimiento (por ejemplo, invertir más en Meta si convierte encargos rentables).
- Optimizar creatividades, segmentación y mensajes.
- Combinar canales: si una acción de alianzas genera visitas, poténciala en redes mediante colaboraciones para amplificar su alcance.
Ejemplo de aprendizaje:
Si tras un mes la publicidad de 300 € nos dio 1 contacto y 1 encargo, es rentable, pero debemos mejorar la cantidad de contactos. ¿Cómo? Mejorando las creatividades y la segmentación para aumentar leads sin perder la rentabilidad. |
Checklist final de 8 pasos para definir y alcanzar objetivos
- Partimos de la cuenta de resultados: comprendemos inversiones, gastos e ingresos.
- Definimos objetivos SMART + VALOR, en positivo y por escrito.
- Alineamos los objetivos personales con los de la organización (la “roca”).
- Desglosamos los objetivos en indicadores y micro-metas mensuales.
- Diseñamos un plan de acción con tareas, frecuencia, recursos y métricas por acción.
- Medimos semanal o quincenalmente y hacemos retrospectivas mensuales.
- Adaptamos el plan según los indicadores: eliminamos lo ineficaz y reforzamos lo que funciona.
- Disfrutamos del proceso y aprendemos: el objetivo no es solo la cifra, sino la mejora continua.
Conclusión
Sí, todavía estamos a tiempo de alcanzar nuestros objetivos comerciales, pero no basta con desearlo: necesitamos un método. Comprender el proyecto y la cuenta de resultados, definir objetivos SMART + VALOR y traducirlos en un plan de acción con indicadores claros es la base del éxito.
Cuando transformamos el “tengo que” en un “quiero” y vinculamos nuestras metas a un valor real —personal o profesional—, aumentamos la motivación y la constancia. Cada llamada, cada visita y cada colaboración suma: la clave está en medir, aprender y ajustar continuamente.
Definamos nuestro próximo objetivo y convirtámoslo en un plan concreto, medible y motivador. ¿Empezamos?